Entrega todos tus asuntos y todos tus sueños a Dios, luego ve por la vida tranquilo, con serenidad, teniendo la certeza y seguridad de que absolutamente nadie te cerrará la puerta que Dios te haya abierto. Cuando una persona tiene un viaje largo en avión se sienta a descansar y dormir poniendo su vida en manos de alguien que no conoce. Cómo creyentes, ¿que deberíamos sentir si ponemos nuestras vidas (esta y la próxima) en manos de Dios?