Después de una noche llena de súplicas llega la luz del amanecer como una señal de esperanza. Antes de que el sol aparezca, el amanecer comienza a desvanecer la oscuridad. Un nuevo día comienza con súplicas, recuerdos de Dios y un arrepentimiento sincero. El día no tiene que ser diferente a la noche en la calma que siente un creyente ya que el Dios que adoras por la noche es el mismo que te cuida por el día.