La preocupación es cómo la muerte, el que vive desesperado y preocupado ha muerto antes de tiempo. Las preocupaciones destruyen los corazones mientras que las buenas palabras lo alimentan, lo fortalecen y curan las heridas. Un corazón fuerte es un alma fuerte y esa alma te hará una persona que será como un árbol firme que ni el viento ni la lluvia lo mueven de su lugar.
Tal vez nadie te diga palabras bonitas ni de aliento, tal vez las palabras que entren a tus oídos sean de odio, pero pregúntate esto: ¿tú mismo te consuelas? ¿Tú crees en ti mismo? ¿Tienes fe en ti mismo? Si la respuesta es sí, entonces las palabras de los demás deben ser como la lluvia que cae y el sol la hace desaparecer. Si la respuesta es no, entonces cómo esperas que otros crean en ti si tú no lo haces. Las palabras pueden ser tan filosas y peligrosas como un bisturí, el cual te puede cortar y herir, pero el que aprende a usarlo lo hace para curar.