Cuando sientas tristeza, impotencia y perdido, lo único que no puedes hacer es detenerte. Recuerda que el camino que transitas es el que Dios te trazo. Cada vez que veas una pequeña luz, úsala para avanzar. Se decidido, no solo avances, apresúrate. Si todo es difícil, entonces corre rápidamente. Si te cansas, camina y si no puedes, entonces gatea. Recuerda que el propósito no es llegar, sino no detenerse. El destino es Dios, y esta vida no es más que un pasillo por el qué transitamos.