No somos nosotros quienes colocan a las personas en nuestros corazones en orden de importancia, sino que son sus acciones y palabras quienes las colocan más cerca o lejos de ellos. La línea qué hay entre ganarse un corazón y romper un corazón es muy fina y esa línea tiene nombre, se llama modales. Nuestro Profeta (la paz sea con él) era especialista en ganarse los corazones de las personas, incluso la de sus enemigos. No es igual obrar bien que obrar mal, responde con buena actitud y verás que con quien tenías enemistad, se convierte en un amigo ferviente.