Si el ayer te entristecía y te hizo daño, ¿qué culpa tiene el hoy de eso para que te vea enojado por eso? El mundo no se detendrá por tu tristeza, ni tu enojo garantizará la felicidad ni la tuya, ni la de nadie. Qué grande es la bendición de Dios que nos rodea. El amanecer tiene un rostro que solo los que están felices pueden verlo. Por ello, tú que estás enojado, ¡sonríe que la vida es un regalo hermoso!