En el comercio siempre existe la posibilidad de ganar o perder, excepto cuando haces negocios con Dios. En esa situación todo es ganancia¸ cada buena obra se multiplica por diez y cada pecado es contado como uno. Cuando le ofreces algo pequeño a Dios, Él te responde con algo ¡muy grande! Incluso por solo querer hacer el bien ya se te contará como ganancia. ¿Hay algún inversor que quiera hacer negocios con Dios?