No es importante que las personas piensen bien de ti, sino que lo importante es que Dios piense bien de ti, también que tu conciencia esté tranquila y no sea tu verdugo. Debes saber que no eres la mejor persona, pero si hay cosas buenas en ti, no rechaces del todo los comentarios de los rencorosos y los envidiosos. Los primeros reconocen tus errores y por eso te atacan, los segundos reconocen tus puntos fuertes y por eso te atacan. Confíate en Dios y deja tu seguridad en sus manos, no te apoyes demasiado en las personas, en esta vida todos pueden abandonarte, hasta tu sombra se oculta cuando la luz desaparece. Pero en cambio si te apoyas en Dios lo harás con quien siempre está, con quien te ama, te sustenta y te cuida.