Hay personas que dicen qué hay días buenos y días malos. Pero no el creyente, para quien tiene confianza en Dios no hay días malos, todo para el creyente es bueno. Durante los días malos aprenderás cosas que no verás en los días buenos. En los momentos difíciles es cuando salen las adoraciones y súplicas más sinceras. Un mal día que te haga volver a Dios es en realidad una bendición, aunque hayas perdido cosas. Un mal día que te haga suplicarle a Dios, Su Perdón y Misericordia es una bendición, aunque te cause dolor. Este mundo siempre gira y las circunstancias cambian, te despiertas con un amanecer que trae esperanzas y te acuestas en la más completa oscuridad.