La vida no es más que un camino que detrás de él hay recuerdos y delante esperanzas. Tú escoges cómo construir ese camino y hacia dónde. El corazón de un creyente sonríe por sí solo sin que haya que forzarlo, eso se logra cuando logras ver lo bueno en todo. Otra manera es hablando de buena manera, recuerda que las palabras no son ruidos sino llaves que abren corazones o que los destruyen en ciertas ocasiones. Sigue el camino de la fe y todo lo demás dalo por hecho, no te conformes con una sola cosa de este mundo, la fe te da todo tanto aquí como en el más allá. ¿Crees que habrá un creyente triste ante Dios?