Ramadán, es un momento en el que comenzamos a acostumbrarnos al ayuno y se nos va haciendo más fácil. Esto nos demuestra que realmente podemos acostumbrarnos a las buenas obras. Si podemos acostumbrar a nuestros cuerpos a dejar algo tan esencial como la comida y la bebida podemos hacerlo con las cosas prohibidas. Si durante Ramadán puedes abstenerte de tantas cosas malas no es por algo mágico sino porque durante ese mes aprendes a ser un siervo de Dios, a sentir la dulzura de la fe. Ramadán es para aprender y el resto del año para poner en práctica.