Cualquier obra por más pequeña que sea, realizada con la finalidad de complacer a Dios, se convierte en un proyecto a futuro el cual tendrá grandes ganancias, ya que el resultado de ello serán bendiciones eternas en la otra vida. Haz que tu proyecto de vida sea la eternidad y lo mejor que puedes invertir en ello, es tu corazón, arréglalo, repáralo, fortalécelo con la fe, recuerda que es el órgano del cuerpo que te hará triunfar y ser feliz no solo en la otra vida sino en esta también. La fe habita allí, constrúyele una casa donde esa fe pueda vivir segura y crecer, alejada de todas las cosas vanas de este mundo.