Decía un hombre bueno: “Cuando le pedía a Dios por una necesidad, cuando mi súplica era respondida sentía una gran alegría. Pero si mi súplica no era concedida, mi alegría era diez veces mayor. Ya que en la primera situación era lo que yo quería, mientras que en la segunda situación fue lo que Dios quiso” ¡Gracias a Dios por todas las cosas!