Rueguen por bendiciones sobre aquellos que se han ido, haciendo súplicas por ellos. Sean vida para aquellos que han perdido la vida. Que la tristeza por ellos se convierta en súplicas que le ayuden, y recuerden que ellos se fueron hacia el Más Misericordioso. En cierta ocasión un joven que agonizaba le preguntó a su madre que no dejaba de llorar: "¿Madre, si tú me juzgaras en el Día del Juicio, como lo harías?". Ella llorando dice: "Con amor y tolerancia"; él le respondió: "No entristezcas entonces, Dios es más Misericordioso que tú".