Un detalle tan pequeño como abrir la puerta de la habitación despacio para no molestar al que duerme, o mantener con tu mano la puerta de la mezquita abierta para que los mayores entren, una caricia a un gato, una sonrisa a un bebé qué tal vez él no sea capaz aun de comprender, la súplica qué haces por algún musulmán fallecido porque sabes que su familia no lo era y no harán súplicas por él, cerrar una llave de agua que alguien la dejó goteando, hay tantas y tantas maneras de hacer el bien, y son actos de gran mérito ante Dios. Estás pequeñas acciones te garantizan una recompensa eterna. No es lo mismo pertenecer al Islam que vivir el Islam.