El mejor espejo que hay es la manera que te ves a ti mismo. En vez de mirar a los otros, mira tus propios defectos y errores, así como tus buenas obras y cualidades. Olvídate de las opiniones destructivas de los demás, ya que ellos usan sus propios espejos, pero no para verse a sí mismos, sino a los demás, y lo malo que hay en ellos, sus malas costumbres y en general lo negativo que encuentran en ellos mismos solo buscan compararlo con los demás. La mejor balanza con la que puedes medirte es tu religiosidad y los modales. Así verás que te examinaste a ti mismo con la mejor vara, ten mucho cuidado con que otros te convenzan de que eres menos que ellos o de que te hagan dudar de tu capacidad de mejorar.