Los días tienen una mano blanca que cubre los corazones y les recuerdan que después de la oscuridad viene la claridad, que después de los problemas viene el alivio. Les recuerda que están viviendo en la tierra, en la que Dios gobierna y decide todo lo que pasará. Eso nos enseña el amanecer. También nos enseña que el ayer ya es parte del pasado y que ninguna esperanza lo hará volver, ninguna lágrima lo hará regresar y que, aunque quieras vivir en el tercamente, no podrás. El amanecer indica que comienza un nuevo día y una nueva oportunidad, pero, así como viene la noche esa oportunidad no será eterna. Tú puedes ser feliz siempre y cuando recuerdes que lo único que realmente posees en esta vida es tiempo, no más que eso, y que el mismo se está acabando.