Los corazones son como las flores, si te dedicas a cuidarlas y alimentarlas florecen, pero si las abandonas o las descuidas mueren. El descuido destruye los sentimientos bonitos, nos hacen olvidar los momentos que te hicieron sonreír. Lo mismo es con la fe, si la cuidas y la alimentas será tan fuerte como un roble, pero si la descuidas y no la alimentas simplemente morirá como pasto seco y en ese entonces tu corazón estará muerto. Un poco de constancia hace que la semilla más pequeña se convierta en una hermosa flor.